Decadencia y muerte del imperio bibliotecario
Yo hubiera preferido titular el post "los distintos roles que la
biblioteca debe jugar", pero no se puede negar que el título que le ha
dado es de lo más sugestivo.
El artículo en resumen viene a decir que los bibliotecarios nos hemos
pasado los últimos 30 años soñando con tener un papel central en la
revolución digital que está transformando todo lo que nos rodea, y que
algunos de esos sueños no llegaron ni a despegar.
Entre los proyectos a los que les hemos dedicado ganas y horas, pero que no hemos logrado, Coffman enumera los siguientes:
- Los directorios web. Hubo un
tiempo no muy lejano en el que teníamos planes de catalogar toda la web,
incluso existía un proyecto colaborativo de catalogación de recursos
online llamado CORC,
mediante el cual bibliotecarios distribuidos por todo el mundo,
certificarían la bondad de los recursos web y se les asignarían los
números de la clasificación de Dewey.
Realmente si nos paramos a pensar cuantos sitios web existen, las cifras
serían desorbitadas, teniendo en cuenta que al dia se crean
una media de 150.000 nuevas URLs., ¿cuantos sitios web nos tocarían por bibliotecario y día?.
Esto me recuerda las guias por materias o la selección de recursos de
información por áreas temáticas, tareas a las que los bibliotecarios nos
hemos entregado afanosamente en los últimos quince años, usando
tecnologías a nuestra alcance, pero que hoy dia es difícil de acometer
si no se realiza en colaboración con los docentes o expertos en el tema.
Y sobre todo dedicándole mucha atención y tiempo. La selección de
recursos web por materias y su actualización, es una tarea ingente, que
exige mucha dedicación y sobre todo la guía y colaboración de un
experto. En caso contrario no resultan útiles y por lo tanto no se usan.
¿Evaluamos el uso de estas guías por materias, en las que seleccionamos
recursos web?
- La Biblioteca 2.0. Según
Coffman, y aún reconociendo que quizás sea demasiado pronto para
escribir esto, la Biblioteca 2.0 pretende conseguir que los usuarios
interactuen con la biblioteca a través de aplicaciones web, comentando y
evaluando los recursos del catálogo, a través de las entradas en los
muros de Facebook o de Twitter. Sugiere que esto no se está produciendo y
que al contrario, conversamos a través de estos medios sociales con
nosotros mismos ya que nuestros usuarios están muy ocupados participando
en Amazon, LibraryThing, y otros sitios en los que comparten sus
anotaciones sobre los libros que leen. En su explicación, toma como
ejemplo un libro muy comentado en LibraryThing o Amazon, pero que tan
solo ha obtenido un comentario en la Cleveland Public Library, que sirve
a una población de 2 millones de personas. El problema no es que a la
gente no les guste estas tecnologías, que les gustan, sino que las
bibliotecas son instituciones locales que atienden a comunidades
reducidas, en las que un pequeño porcentaje de gente acaba interactuándo
en el sitio web, por lo que falta la masa crítica que cree una robusta
participación e interacción online. Sin embargo, Amazon, tiene como
clientes países e incluso el mundo entero. Para él, la Biblioteca 2.0 no
ha conseguido sus objetivos.
De entrada, Coffman reconoce que los usuarios utilizan estos medios
sociales para hablar de libros, para compartir e interactuar, y estamos
de acuerdo con él, en que los resultados que se esperaban no se han
alcanzado. Sin embargo disiento del motivo que da. No creo que la razón
sea el tamaño de la población a la que se sirve ni que a mayor población
servida, mayor participación. Por esa regla de tres, tan solo las
empresas de ámbito nacional o internacional tendrían éxito en la web
social. En este caso, la Biblioteca Nacional debería salvarse, ¿no? Es
verdad que existe la regla de la participación,
la famosa ley del 1/9/90,
y eso es lo que debemos esperar de nuestros usuarios, pero siempre que
nuestros contenidos enganchen. Existen servicios muy locales como
son los bares que atraen a su clientela en el twitter cuando les avanzan
las tapas o el menu del dia. El problema no es que sean locales, el
problema es que no les estamos ofreciendo a través de estos medios lo
que realmente les pueda interesar. Y no es problema únicamente de las
bibliotecas, es problema de entender qué quieren nuestros usuarios, qué
son los medios sociales y para qué pueden servir, y depende tambien de
la cultura de la organización.
Definir un plan de marketing en los medios sociales
con todos sus pasos, es una tarea pendiente de las empresas, de los
negocios, de las instituciones, las organizaciones y tambien de las
bibliotecas.
Como siempre nos pasa a los bibliotecarios, nos lanzamos a lo último que
sale al mercado con el ánimo de ofrecer mejores servicios, más
adecuados a las necesidades de nuestros usuarios. Pero a mi entender
cometemos dos fallos:
- Nos ponemos a probar cada herramienta,
cada aplicación, para ver qué utilidad podríamos obtener con ella para
nuestros fines, y eso nos lleva a perder mucho tiempo y energia, y sobre
todo, a llegar tarde,
- y no conocemos a nuestros usuarios, no
sabemos realmente qué es lo que pueden necesitar de la biblioteca, ante
tanta oferta de información a su alrededor.
- Referencia virtual. Es curioso
que siendo Coffman, pionero en el movimiento de Referencia Virtual en
las bibliotecas, cite este servicio como una de las equivocaciones de
las bibliotecas. Para ello se basa en los números, en que no son
servicios masivos como tampoco lo es la referencia tradicional, la
presencial. Muchas empresas ofrecen respuestas a preguntas de
referencia, y continuamente le estamos preguntando a Google, por lo
tanto son servicios que las bibliotecas están cerrando por el poco uso
que tienen.
Hace un año participé en unas jornadas con un seminario
sobre la referencia virtual,
y pude constatar la oferta de este tipo de servicios en las empresas
comerciales. Considero que los servicios a través de la web no
sustituyen en principio los servicios tradicionales, no al menos
mientras sigan siendo útiles estos últimos. Los teléfonos en las
bibliotecas siguen estando aunque no se usen de forma masiva, ya que
constituyen una via más de acceso a la información, de conexión con la
biblioteca, de acercamiento al usuario. Lo mismo ocurre con estos
servicios virtuales de referencia, son un canal más de comunicación. El
problema del poco uso es la falta de visibilidad de estos servicios, la
falta de promoción. Los usuarios no los conocen y sobre todo, no saben
qué respuestas pueden obtener de un bibliotecario. En la
Biblioteca de la Universidad de Sevilla,
hace ya tres años que se puso en funcionamiento el sistema de chat con
el programa LibraryH3lp. Aunque se usa, la difusión de este servicio ha
sido muy escasa, si se le preguntara a la comunidad universitaria de
Sevilla si lo conoce, nos llevaríamos una gran sorpresa.
- La intermediación en las búsquedas.
Efectivamente, los que llevamos ya un tiempo en esta profesión,
recordamos las búsquedas con lenguajes endemoniados, y muy costosas, que
tan solo bibliotecarios iniciados podían llevar a cabo en bases de
datos especializadas (Dialog). Esa época pasó y hoy la tecnología
convierte en innecesaria la intermediacion del bibliotecario. Para
Coffman, "lo que convirtió al bibliotecario en experto cualificado de
referencia es que un dia fuimos los únicos que podíamos acceder a
conjuntos de datos y grandes colecciones de información desde un solo
punto, ya fueran libros o bases de datos, y teníamos la formación y las
habilidades para localizarla. Pero ya no somos los únicos. La agregación
de información en la web excede ampliamente las colecciones impresas o
electrónicas de las bibliotecas". Ahora no son necesarias habilidades
para encontrar información, ahora lo que importa es el conocimiento de
la materia, el área de conocimiento. La Biblioteca como centro de
investigación con bibliotecarios especializados que guardan su secreto,
llegó y se fue. No es cierto que la gente nos necesite para encontrar
información de calidad, porque, dice Coffman, están muy ocupados
probando las nuevas tecnologías.
En este punto si estoy bastante de acuerdo. Si quieres información de
referencia, te creas alertas en los recursos electrónicos, sigues en
twitter a un profesional de prestigio, o te añades a su grupo en su
cuenta de Mendeley. Pero creo tambien que los bibliotecarios podemos
jugar un papel importante en el uso de estas tecnologías, si nos espabilamos y dejamos de pensar que ese tema no nos compete.
- Salas de ordenadores. Los dias en que
las bibliotecas van a seguir ofreciendo ordenadores de acceso a Internet
están contados, ya que la mayoría de los ciudadanos cuentan con
dispositivos de acceso a Internet, móviles o fijos, según dicen los
informes. En un mundo donde la ubicuidad gana terreno,
es difícil encontrar el papel de la biblioteca.
Completamente de acuerdo en cuanto a no seguir ofreciendo ordenadores para acceder a la información e Internet.
- Los eBooks.
Muy extensamente, Coffman ilustra y argumenta las razones por las que el
negocio de los eBooks no beneficia a las bibliotecas y contribuyen a su
desaparición. El uso de los ebooks va en aumento, y está cambiando la
forma en la que los libros se producen, venden y leen. El uso de estos
libros aumenta en las bibliotecas pero los editores no quieren que las
bibliotecas sean parte del negocio de los eBooks, como tampoco quieren
que lo sea ninguna iniciativa que pase por el préstamo de los eBooks,
como el recientemente lanzado New Kindle Library Lending Program de Amazon. Simon
& Schuster, MacMillan, Hachette, y Penguin no van a permitir que
sus libros sean prestados por Amazon. Las bibliotecas no son las únicas
que prestan y además abundan las ofertas de eBooks a bajos precios y
sistemas de suscripción. ¿Qué papel puede jugar la biblioteca en un
mercado donde debe negociar las licencias de uso de las colecciones con
los proveedores, donde no tiene la propiedad del libro y además en
situación de desventaja? Los usuarios pueden encontrar libros de forma
gratuita sobre temas minoritarios, o antiguos, sin tener que ir a
buscarlos a las bibliotecas, porque Google ya los ha digitalizado, y
ofrece 3 millones de libros gratis. Amazon y Barnes & Noble
pretenden ofrecer un millón cada uno, más de lo que ofrecen para vender y
de lo que puede tener una biblioteca de tipo medio.
La Biblioteca debe preguntarse y pronto, en qué va a trabajar, ya que
según Coffman, determinadas organizaciones están realizando un trabajo
mejor que el que los bibliotecarios pueden hacer, para satisfacer las
necesidades de información de sus usuarios de forma online. El problema
es que las bibliotecas y los bibliotecarios, según Coffman, tienen poco
que hacer para remediar esta situación.
Muchos usuarios e incluso bibliotecarios, prefieren las descripciones de
los libros en los catálogos comerciales, que en los catálogos de las
bibliotecas. Nuestros usuarios participan y comparten sus gustos
literarios en espacios de la web como LibraryThing, Amazon y otras
comunidades de la web social.
Para concluir, Coffman afirma que nuestras aspiraciones han excedido
nuestras habilidades, hemos jugado un papel muy importante en la
revolución digital, que ha transformado la industria de la información y
la edición, en las pasadas décadas. Las bibliotecas han preservado y
catalogado colecciones de libros que Google ha escaneado masivamente.
Algunas bibliotecas, y esto es una noticia que acabo de leer, como las
de Harvard,
acaban de poner en abierto 12 millones de registros bibliográficos.
El sueño de la biblioteca electrónica se hizo realidad pero son otros sus propietarios y los que la gestionan.
Aún así, quedan muchas incógnitas como qué pasará con el acceso en
movimiento, el impacto del móvil en los servicios bibliotecarios, qué
pasará con las páginas webs frente a las apps (Aplicaciones móviles)....
Coffman termina con un dilema que suscribo: Quizás deberíamos olvidarnos
de la biblioteca electrónica y volver los ojos a la biblioteca física y
los libros físicos, o mejor, quizás, tengamos nuevos roles que jugar en
el mundo digital o viejos roles pero jugados de forma diferente, en
nuevas e innovadoras direcciones.